Se ha hablado ya mucho de motivación, todos
usamos ese término como aliciente de nuestras actividades, esta vez en
particular se abordara la relación que esta tiene en el aprendizaje escolar.
Miles de alumnos asisten a las escuelas con
el único motivo de “aprender”, así es como lo manifiesta cualquier estudiante
principalmente en los niveles básicos, aunque en realidad no existe tal
compromiso, y es que se carece totalmente de motivación, se desconoce el sentido
de asistir a las aulas, se va por obligación más que por convicción.
Todo radica del contexto del cual proviene el
alumno, es sumamente necesario conocerlo, y esto, no es solo saber su nombre
sino sus debilidades y potencialidades que ayuden a impulsar su desarrollo
dentro de la escuela. Y es que hay cosas
que pueden hacer la diferencia entre un alumno exitoso y un alumno fracasado,
tratándose sobre los contenidos, ¿de verdad son presentados de una manera
atrayente?, hay que recordar que el ser humano evoluciona, al igual que su
manera de adquirir nuevos aprendizajes, la replantación de estrategias que
muestren el interés que tiene el docente para hacer que sus estudiantes mejoren
no solo su calidad educativa, sino las relaciones con sus demás compañeros.
Ya que se han mencionado las relaciones
sociales dentro de la escuela, es exactamente este, un factor determinante para
que un chico (a) tenga la motivación para asistir a ella, lo que experimentan al
sentir la aprobación de sus padres, profesores y compañeros, es decir,
satisfacer su necesidad de pertenencia. En tanto el estudiante se sienta parte
del grupo al que pertenece, y conforme vaya realizando las tareas encomendadas
aplicando su creatividad y sintiéndose satisfecho de ello notara en él las
condiciones para continuar con su instrucción escolar. Experimentar que se es
mejor que otros (Tapia, Alonso) es lo que buscan los alumnos, se pretende hacer
las cosas para quedar bien frente a los demás muy por encima de aprender bien.
Esto es que muchas veces el docente evalúa
bajo prejuicios y pocas veces nota el esfuerzo de superación de sus alumnos,
descalificando o menospreciando las metas o tareas de algunos.
La consideración a buen juicio sobre los
premios o castigos que se ofrezcan para el desarrollo de las actividades, se
debe ser cauteloso y prudente con este tipo de incentivos porque más allá de
ayudar podrían perjudicar de manera permanente a quien lo recibe.
¿Será posible que un docente exitoso logre
contagiar a sus estudiantes con buena actitud y que pase lo mismo con uno
fracasado? Sin duda la respuesta será afirmativa, debido a que la actitud es
contagiosa, por esta razón la labor educativa debe mejorar, y la mejor manera
es involucrando en todo sentido a la sociedad.
Estar en pro de la auto-educación,
desgraciadamente estamos acostumbrados a aprender solo lo que nos dicen y no lo
que nos atrae, y realizamos actividades y logramos metas que nos imponen. Si se
lograra mostrar al niño o joven sobre los verdaderos beneficios que trae
consigo el aprendizaje seguramente sentirá la motivación necesaria no solo para
asistir a la escuela y recibir la instrucción necesaria, sino para
comprometerse e ir con la disposición de captar esa información, de hacerla
suya y por fin aplicarla en algún momento de su vida que es la finalidad que
tiene la educación: educar para la vida.
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